¿Qué pasaría si un grupo de humanos, huyendo de la catástrofe climática, se trasladara a otro planeta y encontrara un paisaje majestuoso, virgen y prístino? Estas fueron las preguntas que se planteó el fotógrafo británico Gareth Phillips durante su visita a la remota Isla Sur de Nueva Zelanda. Allí, bajo la exuberancia de uno de los pocos territorios salvajes que quedan, experimentando con una lente macro, el autor dio forma Caligo; un edén extraterrestre ficticio, y sin profanación, que adopta el formato de un fotolibro de instalación o escultura.
Fuente | El País
